miércoles, 12 de noviembre de 2014

Hong Kong contra Goliat



Hong Kong sigue ocupado. Parece como si toda la gente que sigue en la calle siempre hubiera estado ahí, como si esas calzadas que conocí hace ya ocho meses abarrotadas de autobuses, coches, taxis, minibuses y plataformas que las cruzan, hubieran estado abiertas al público para pasear por ellas, comer, dormir, rezar, estudiar o vivir, como muchos hacen desde hace casi dos meses.

Sin embargo, cada vez son más los rumores y las declaraciones de que en poco tiempo van a "limpiarlas". El presidente Xi Jinping ha insistido en que la ocupación es ilegal y ha mostrado su apoyo a la administración de Hong Kong para mantener la estabilidad social. Asimismo, ha dejado claro que se trata de un asunto interno que pertenece a China y no permitirá injerencias externas. Por ello y aunque hasta ahora ambas partes han mantenido una postura más o menos pacífica, quizás más pronto que tarde la policía tenga que desalojar las calles si recibe alguna orden. 

Mientras tanto, debido a la falta de apoyo a la causa por parte de Inglaterra, algunos manifestantes han planeado ocupar el próximo 21 de noviembre las afueras del consulado británico como señal de protesta, así como se han preparado para hacer un llamamiento a través de las redes sociales para que la gente salga a la calle ante la posibilidad de una actuación policial. Y es que si se llega a este punto resultaría cuanto menos complicado hacer un barrido y echar a la gente de un lugar en el que tantas personas se concentran sin que hubiera consecuencias a lamentar. 

Teniendo en cuenta el pacifismo con el que se ha llevado a cabo esta ocupación, a excepción de momentos puntuales, la falta de costumbre de los hongkoneses a estar expuestos a cualquier tipo de violencia policial (lo cual es muy positivo), así como la inexperiencia de la policía en este sentido, sería muy llamativo -y triste- que algún tipo de incidente grave ocurriera porque, además de dar visibilidad a ciertas actuaciones que son más comunes en la China continental, generaría malestar social y rencor en una sociedad que comienza a estar dividida.

Quizás les permitan seguir allí pese a la oposición de determinados colectivos hasta que se vayan por su propio pie. O quizás haya una solución intermedia en la que se consiga algo. Se pueden hacer miles de conjeturas al respecto, pero lo que está claro es que parte de la sociedad de Hong Kong está luchando contra un gigante, un Goliat muy poderoso: China.



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