domingo, 27 de abril de 2014

¡Qué de gente!

Hola a todos. Por fin he podido abrir el blog, así que ¡bienvenidos! Espero poder actualizarlo cada poco tiempo y que os entretengáis leyendo lo que escriba. Esta semana ha hecho un mes desde que llegué a Hong Kong, así que solamente quiero contar en líneas generales mi impresión de la ciudad. La verdad es que yo no conocía esta parte de Asia, por lo que todo es novedoso para mí y, pronto o tarde, iré deshaciéndome (o no) de los prejuicios que siempre uno se hace antes de conocer de primera mano a alguien o algo.

Tengo que decir que lo más chocante para mí ha sido la cantidad de gente que hay. Yo, bien aplicada, me había informado de que estaba superpoblado, pero realmente te das cuenta cuando no hay espacio para caminar por la calle, cuando en los semáforos parece que regalen dinero cuanta más gente se junte, cuando en algunas partes de la calle hay flechas para no chocar, cuando ves en el metro a los “guardias de tráfico” de personas o cuando se oye la voz de “dejen salir antes de entrar” y entonces todo el mundo se hace el sordo, da comienzo la guerra y ves como se empujan y retuercen unos con otros. Cada vez que esto pasa me viene a la cabeza el aeropuerto de Damasco, donde unos iraquíes que no hacían cola se apretujaban como si los asientos del avión no fueran numerados contra el detector de metales. Algo graciosísimo siempre que no te pille en medio y mantengas una distancia prudente (sobre todo para una servidora, tamaño garbanzo).

A todo esto hay que sumarle otra dificultad, la de la cantidad de gente parada en la calle que te ofrece propaganda. Tienen una técnica muy cuidada y es que, conforme te vas acercando, ellos esperan a sus presas sin sacar el panfleto, pero cuando ya estás a su altura, sacan la mano rápidamente con el papel para que lo cojas, así que como la mayoría de la gente no lo coge, su técnica ya depurada es volver a recoger el brazo para no chocar, dando la impresión de estar repartiendo cartas para echar un mus. Al principio cogía la propaganda a todo el mundo, pero ahora que ya me voy curtiendo, he desarrollado mi propia técnica que básicamente consiste en pasar de largo (ellos con su rapidez nunca te rozan) y cogerle la publicidad solo a la gente mayor con el ingenuo pensamiento de que cuando repartan todos se irán a su casa, mientras yo me voy bien cargada de papel a la mía.

A pesar de todo esto y para compensar el no poder ir rápido a pie por estas modernas calles blindadas por rascacielos, Hong Kong cuenta con un sistema de transporte público excepcional (hasta el momento esa es mi experiencia). Uno, porque tener un coche es carísimo, ya que son todo islas, se conduce por la izquierda y hay que importarlos; y dos, porque si no hay espacio para las personas ¿dónde van a meter tanto coche? La verdad es que es una ciudad peculiar con sus montañas y pequeñas islas, moderna con sus edificios y tecnología por doquier y con mucha vida, mucha. Poco a poco la iré conociendo y espero que, a través de mis ojos, vosotros también.