domingo, 27 de julio de 2014

El placer de comer en Hong Kong

Si hay algo que me gusta en esta vida es comer. Los que me conocen bien lo saben y cuando viajo a otros lugares, la gastronomía juega un papel fundamental en la decisión del destino. Es cierto que no fue el caso de venirme a estas tierras, pero ya apuntaba yo maneras y siempre me había tirado mucho la comida asiática.
Y es que para todo aquel al que le guste comer bien y probar otras cocinas, este lugar es un universo de sabores y de platos muy ricos. Los miedos a la comida china os los podéis quitar de un plumazo porque a no ser que vayas a lugares en los que no entiendes lo que pone, no te llevarás sorpresas a excepción de algo de casquería que no te haga gracia encontrar. 

Aquí en los menús del día gran parte de los platos se componen de noodles o arroz con verduras troceadas y un ingrediente más contundente que, en algunos casos, se trata de estómagos, riñones, tripas o patas de gallo y otros animales. Pero en otros casos -por los que yo me decanto sin decir que lo anterior no esté bueno porque todavía no lo he probado-, se completa el  plato con wanton -que son unos saquitos de pasta rellenos de gambas-, o con ternera, una especie de albóndigas de pescado, pato laqueado, pollo y otras verduras. 

Además de estos platos que son el día a día de los hongkoneses, encontramos el "Dim Sum", que viene a ser un estilo culinario en el que se prueban una serie de platos con dos o tres piezas de dumplings cada uno. Esos bocaditos están hechos al vapor o fritos y son como una lámina de pasta rellena de diferentes ingredientes. Tomarse una cerveza o un té al limón helado con estos platitos es una delicia. 



También en cualquier rincón se puede encontrar cocina japonesa, coreana, tailandesa, malaya, vietnamita y de otros países de la zona que, aunque en parte ya he probado, todavía me queda por degustar. Y respecto a  la pregunta de si la comida de aquí tiene algo que ver con la que probamos en los restaurantes chinos de España, os diré que se parece pero que, como pasa en el mundo en general, los ingredientes al alcance de la mano no son los mismos y por eso cambia. Y si no, que me digan si sabe igual el lechazo que pueda encontrar aquí y el del pueblo de mi padre, Arauzo de Salce (Burgos) o  los tomates de la China y los de la huerta de Julián en Puente la Reina (Navarra), delicias imposibles de reproducir.



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