jueves, 2 de octubre de 2014

Más paraguas para aguantar el chaparrón

Hong Kong sigue al pie del cañón. Ayer durante todo el día y la noche los hongkoneses continuaron ocupando las calles de la ciudad, cortando el tráfico de las zonas más turísticas y escuchando a aquellos que micrófono en mano argumentaban por qué debían seguir allí. Así transcurrió el Día de la República Popular China, en el que los fuegos artificiales que estaban previstos se suspendieron, aunque el resto de actos programados siguió su marcha.

Resultaba llamativo ver cómo en Victoria Park fueron muy pocos los que se reunieron para participar en los actos festivos de este día, aunque aún era más curioso observar cómo no hubo ningún tipo de fricción entre unos y otros. Y digo curioso porque llama la atención que se viva esta situación en un ambiente tan pacífico y lo que tristemente esperes sean roces al estar acostumbrado a guerras civiles; comentarios regionalistas despectivos; o nacionalismos baratos que ocupan portadas y hacen pasar de página otros asuntos. 

Sin embargo, desde hace unas horas y según están informando los medios de la zona, se están concentrando cerca de Admiralty efectivos policiales, los cuales al parecer están llevando material antidistubios como pelotas de goma y otros gases. Quizá esto responda de manera preventiva a las "amenazas" de ocupar algún edificio gubernamental que ayer se produjeron por parte del líder del movimiento estudiantil. Y es que, aunque no está previsto disolver la ocupación inmediatamente, parece que desde Pekín se ha dicho que habrá que usar la fuerza en la medida que sea necesaria y en el momento que se requiera, aunque ahora mismo sigue reinando la calma que caracteriza este movimiento.

Mientras tanto y para que el resto de China no se contagie de este sentimiento pro democracia, el gobierno central ya ha empezado a cortar alas y ha detenido a aquellos que han mostrado su apoyo a esta causa públicamente en la China peninsular así como, según dicen, ha bloqueado ciertas redes sociales. Lo que sí está claro es que los ciudadanos de Hong Kong se han pertrechado para lo que parece ser una protesta a largo plazo y no piensan moverse de las calles por su propia voluntad. Cada vez hay más paraguas para aguantar el posible chaparrón.







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